Con un recuerdo muy
grande y entre lágrimas escribo para este grupo de amigos, para los
que ya no están y los que quedamos, todo lo hicimos por la “Amistad” y por
el amor a la Virgen del Rocío.
Éramos una reunión de amigos y acordamos de ir acompañando a
la Hermandad de Triana hasta la parada de Marlo, siempre nos quedábamos en una
vereda antes de donde paraba la Hermandad.
¿Por qué se llamó la verea de los pimientos? Pues muy
sencillo, porque un año nos fue la cosa a todos muy mal y no pensamos de ir, pero
se acercaba el día y no podíamos aguantar más. Con tal buena fortuna que se me ocurrió la idea de ir con poco gasto. Y
hicimos el camino con una @ de vino, un perol, una lata de aceite, un saco de
pimientos y mucho pan. Acordamos entre todos que todos los rocieros que pasarán por la
vereda se comerían un pimiento frito y una copa de vino. ¡Nosotros con la
bebida a media sin pasarnos! .
Salió tan bonito el detalle que todos los años lo hacíamos de
la misma manera. Recuerdo que un día invitamos a un rociero que era médico,
escritor y poeta (creo que venía de Cartagena), pues este señor habló de la “verea
de los pimientos” en un libro que escribió. También se escribieron alguna que otra
sevillanas.
¡¡¡Por esta vereda el arte no tenia limites!!!. Pasaron muchos artistas, rocieros y amigos todos los años. Siempre comieron un pimiento frito como estaba mandado. Algunos
de ellos llegaron a decir que ese pimiento traía suerte para el camino.
Viva la verea de los pimientos, viva la Hermandad de Triana
y viva la Virgen del Rocío.
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