Durante dos años tuve un puesto
en la Feria del Toro de Sevilla. Yo lleve allí un pequeño museo del toreo, todo
muy antiguo: programas, libros, carteles, murales, postales, entradas,
documentos, fotografías, cuadros, grabados, dibujos etc.
Estos dos años siempre lo
recordare, pues estuve allí gracias a Marina Ibarra que era una Gran Señora y
que siempre me acuerdo de ella ¡siempre me trato con mucho cariño! Igual que su
familia.
Allí me visitaron muchos
matadores, novilleros, banderilleros, empresarios, ganaderos. Recuerdo con
mucha emoción de un homenaje que me dieron en una peña taurina, así como las
visitas de mis amigos y aficionados del
flamenco y de mi barrio de Triana.
Yo deje esto porque la salud no
me respondía, pero esos días que pase en la Feria del Toro nunca la olvidare,
porque me hizo muy feliz. Esa Feria del Toro le hacía falta a Sevilla.
Recuerdo una anécdota muy curiosa
que me paso y la comparto con Udes.. El día de la inauguración el Rey Juan
Carlos I, paseaba por las calle donde estaban los stand, al llegar a la altura
del mío se para, mira mi puestecito y me dice: que curioso cuanta maravilla, él
mira la portada de un libro-facsímil tema de caballo, Yo le digo ¿le gusta
Majestad?, y me contesta: hace muchos años que lo ley en casa, me sonríe y
cuando se va a marchar le digo: Su Majestad aunque no me compre nada, ¡usted será
mi mejor cliente de esta feria! Se marcha sonriente, pero se vuelve y me hace
un saludo.
A los 5 minutos se me acerco un
señor, enseñándome acreditación como que
era policía y me dice, ¿qué le ha ofrecido y de que le ha hablado Ud. a Su
Majestad? Pues yo le he contestado a su pregunta y él le ha echado un piropo a
mi pequeño negocio, ha estado muy amable.
Como casualidad lo primero que vendí fue el libro que toco
nuestro Rey.