martes, 25 de marzo de 2014

La primavera en Sevilla



Llegó la primavera y nuestra ciudad es diferente.

El olor de Sevilla, el cielo, la alegría de su gente y sus barrios, esas mujeres que son tan guapas, guapas y guapas.
 
En toda Sevilla las flores empiezan a brotar,  el incienso a derretir, las bandas en sus últimos ensayos,  en una frase ¡aquí está ya nuestra Semana Santa!, se prepara la feria, el Rocío y un poco más tarde la Velá de Triana. Ya no paramos porque Sevilla es diferente y así lo quiere Dios.
 
Las cuadrillas de costaleros como todos los años, los homenajes, las cenas y no olvidemos a los costaleros veteranos que se reúnen igualmente ¡pues ellos  siempre serán costaleros!
¡Que homenaje habría que hacerles a las mujeres de los costaleros! Disfrutan igual de nuestra Semana Santa. Van diciendo: Mi  marido es costalero, o lo fue y yo su costalera porque le acompañe en todo momento y con mucha alegría. ¡Yo lo siento así en mi casa! tengo a mi nuera Angustias que es una costalera total, su marido costalero veterano y ahora sus hijos cofrades total, viviendo la Semana Santa todo el año como lo sigue viviendo su suegra y nuestra familia.
 
Que alegría da ver ensayar a las cuadrillas de costaleros ¡esto hay que verlo! No se puede contar, todo lleno de públicos, vecinos, curiosos, cofrades, abuelos, padres, hijos, nietos, esposa, novia, suegros y todo el público de la calle por donde pasan, parece que no es un ensayo. El abuelo que lleva a hombros al nieto, el nieto se arranca con una salve y el abuelo porque no con una saeta. Ese niño que va en su cochecito de bebe y que cuando se paran los costaleros, se pone a jalear porque quiere que ande más, cuando sigue la marcha el niño saca el chupe de la boca y dice “a esta es” ¡No sabe nadie lo que disfruta toda la familia de un cofrade! Sevilla vuelve a tener color y el sol vuelve a brillar.
 
En primavera Sevilla huele a azahar, a rosa y jazmín, a aromas de nuestros barrios que manifiestan su sentir, a saeta sencilla escrita para vivir y música de fe para llegar a ti.
 

viernes, 21 de marzo de 2014

Manolo Caracol





Recuerdo un día que me decía que nació en Sevilla y que de Triana tenia muchos buenos recuerdos, que "Cagancho" que era de Triana fue padrino de su boda. Me contaba también algunas anécdotas como que en año 1969 Caracol le canto en la calle Pureza una saeta al Cristo de las Tres Caídas. Lo acompañaban en el balcón Luisa Ortega y Camina Ordóñez y se acordaba muchos de los gitanitos de la Cava.
 
Yo estuve por suerte en alguna fiesta de Manolo Caracol. El cuando venia a Sevilla durante el verano iba al Guajiro, donde yo trabajaba. Ya en otros tiempos en el Patio Andaluz. Recuerdo una noche que fue con esa gran artista del cine Ava Gardner, pues esa noche estaba a gusto. Subió al piso de arriba que allí se daba muchas fiestas. Caracol le canto aquella noche como el sabia hacerlo. Yo personalmente no me he podido olvidar lo que yo escuche de este gran fenómeno del flamenco.
 
Lo vi. en la Campana, creo que fue en el Tropical. Ese día me atendió con mucha categoría. Le pregunte ¿Qué es para ti Sevilla? Me dijo ¿Sevilla? para mi es todo, aquí nací, mi barrio y muchos barrios que todo es Sevilla yo los llevo en mi corazón. ¿Y de Triana que me dice? Se puso a mirar al Cielo y me dijo: Triana tiene duende y tiene “to”, hay salieron muchos y buenos flamencos, buenos toreros. Este barrio tiene cosa que no puedo explicar en dos palabras. Esos gitanos de la Cava que yo tanto quiero. Se tuvo que marchar, pero con lo que me dijo ya era suficiente.
 
Ahora comprendo porque cuando estaba a gusto se acordaba cantando de Triana. Soleares, Martinetes, bujerías en la que mentaba a Santiago y Santa Ana, y una noche en Triana que dijo que se iba a morir y se acordó de sus gitanitos de la Cava. De este fandango se acuerdan los buenos aficionados al cante, porque aquí Caracol puso todo su corazón. Y Triana y tus gitanitos de la Cava nunca te olvidaran.
 

jueves, 13 de marzo de 2014

Anécdota con un buen aficionado a los toros y gran amigo mío

Me encontré con un gran amigo y le pregunte ¿a dónde vas tan ligero? Se para y me dice con mucha alegría: ¡Pepe voy como siempre a los toros, que tú sabes yo nunca falto! Se me queda mirando y me dice: bueno Pepe a ti no te voy a engañar, tú sabes que yo estaba abonado en la Maestranza, pero tuve que dejarlo por la crisis. Solo cuando tenía dinero y toreaba Curro, hacia un sacrificio, pero ya no puedo más, no tengo más remedio que dejarlo.
 
¡Bueno del todo no! Porque yo no quiero darle disgustos a mi gente y le digo que no falto nunca a mi afición. Pero te voy a contar como lo hago de forma que de verdad hasta yo me creo que voy a los toros.
 
Me despido en mi casa con mucha alegría, mi mujer dice: ¡que tengas un buen día de toros miarma! Yo corro como tú has visto a la Maestranza. Allí cojo la visera y las propagandas y con esto en la mano saludo a todos mis amigos de siempre. Veo a las cuadrilla como entran a la plaza, compro un botellín de agua. Me pongo mi visera y cuando empieza la corrida acerco el oído lo más cerca que puedo y vivo la corrida como si estuviera en 1ª fila de barrera. Si sale a hombro algún torero yo lo veo y pregunto a los que salen como a estado la tarde, vamos que me entero de como a estado la cosa y salgo pitando para mi casa. Ya te digo que hasta yo llego con mucha ilusión y mi mujer y las niñas me dicen: Papa por la cara que traes hoy ha estado bien la cosa, siempre luego les cuento la corrida entera, me preguntan: ¿y Curro? Yo le digo Curro, Curro coge la muleta y yo me pongo a torear como si yo fuera Curro y al final a hombros, esto te digo que me tire a la plaza y ayude a llevarlo a hombros, por eso me ven tan contento. Además os digo que me encontré a un amigo que me regalo un pase, así que el dinero que no he gastado te lo doy a ti para la plaza.
 
¿Qué te parece Pepe? Tú no te lo crees pero es la pura verdad. Yo tenía que contarle esto a alguien y a quien mejor que a ti.
 
Yo le conteste: Pues te digo Manolo que me lo has contado tan bien, que yo me creía que te estaba acompañando en la plaza, vamos que solo me faltaba la visera.