En una mala época en la que el flamenco estaba pasando un
bache y no había mucho trabajo, recuerdo que en El Patio había alguna que otra fiesta que se daban en el
piso de arriba. Muchas de ella la organicé yo y era la salvación de muchos
artistas porque el sueldo que se ganaba era muy poco.
Una noche conseguí meter en dos fiestas al Chano Lobato, que fue de
los amigos grandes que yo tuve en el flamenco. Normalmente yo me metía como un artista
más y esa noche acordé con el Chano ir a Triana a tomar unas copas, al pasar
por la plaza había en la puerta una persona consolando a un muchacho que
lloraba. El Chano le pregunto ¿qué te pasa? Y le dijo el muchacho: yo vendo
limones y los guardias me han quitado la
caja y yo necesito dinero en casa. Yo le digo: ¿Cuánto valen los limones? Y me
comenta el muchacho: 10 duros. El Chano que tenía un corazón de oro dice: toma
los 10 duros, pero no vendas más porque ya te conocen los guardias, ¡Y nos dice! No sé hacer otra cosa que vender y bailar y hay muy poco trabajo, ¡y yo que soy
nuevo menos!. Nos comenta el muchacho: me llamo José Ramírez “El Marino” vengo de Sanlúcar de
Barrameda, Allí para mí no hay faena. El Chano y yo no los llevamos e hicimos
una fiesta en Triana. “El Marino” bailó y lo bautizamos con el nombre “El
limones”. Yo me convertí en su representante, pero nunca cobré una peseta.
Esa misma noche debutó en el Patio Andaluz y le dejé una chaquetilla corta porque no tenía
ropa. José Ramírez “El Limones" estuvó en El Patio Andaluz hasta que
se cerró.
En la foto señalo a El Limones con la +.
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