Ahora voy a hablar de la invitada
más importante de esta casa, me refiero a la Señora del Presidente del Gobierno
de España en aquella época.
Esta Señora todo lo que se diga
es poco, un trato de gran calidad y amabilidad
con todos los invitados, siempre agradecimientos a lo que se hacía y sobre
todo le gustaba una conversación con cualquiera
de la casa. Recuerdo las charlas conmigo de cómo se interpretaba el Rocío.
Una tarde que vuelve a la casa
con las otras Señoras invitadas, salío un comentario de ella de cosas del Rocío.
Cada uno da su opinión del Rocío y cuando llego a la Señora Suárez ella dice: para mí
todo muy bien, una fiesta religiosa que se ven a las personas que acuden a ella
como mucha Fe y que lo celebran con fiesta por todos sitios. Pero como me ha
dicho el Sr. Pepe, que todas esta fiesta es para tener a la Virgen contenta,
porque los principal de esta fiestas es Ella, La Virgen del Rocío, La Blanca
Paloma, ¡pero yo echo de menos algo que alguien me contó del Rocío!: las bromas
que se gastaban por el camino. Dicen que algunas eran corrientes y terminaba en
risas y abrazos y otras bromas que eran duras pero no pasaba nada y todo
terminaba en abrazos y fiesta.
Yo después de escucharla pensé: aquí
tengo que hacer algo, pero tranquilo para que esta Señora se fuera del Rocío
con lo que ella quería conocer, porque se lo merecía por la clase que tenía.
Al día siguiente como todas las
mañanas abrimos la cocina y organizamos todo para que no faltara nada durante
el día para los invitados y visitantes de la casa. ¡Pero este día habría algo
especial! Hablamos de todos los platos del menú y un plato que no estaría terminado.
Yo le digo a todos: hoy vamos a esperar un poco, pues alguien creo que a
desayunar con nosotros. Yo me retiro un poco y llamo a Manolo y le digo: sube
arriba y en la primera habitación llama a la puerta sin hacer mucho ruido,
cuando te conteste le dices a la Sra. que de parte del Sr. Pepe que baje a la
cocina que hoy le toca pelar papas. Y ella contesto: repita usted por favor.
Que baje por favor que el Sr. Pepe dice que hoy le toca pelar papas, que baje a
la cocina. Ella contestó: bajo enseguida.
Bajó y llego a la cocina y no se
esperaba la sorpresa que se llevó cuando todos la recibimos con una fuerte
ovación. Ella dijo: bueno ya que estoy aquí quiero un delantal y me dices lo
que hago, pues esto me gusta. Le digo: aquí está todo hecho, solo queda un plato del menú que
lo va a terminar usted.
Este plato es simplemente “papas aliñá”
aquí vera en cada plato de lo que se componen, solo que eso que ve son las
patatas ya peladas y cortada, menos una patata cocida. Usted tiene que pelarla
y cortarla. Ella la peló y la cortó, entonces luego le voy diciendo así todo:
aceite, vinagre y ahora mover con delicadeza porque lo ha hecho usted y esto es
para la historia. Y vino una fuerte ovación y abrazo de todos. Yo le digo ahora
vamos a desayunar y le pedimos que nos acompañara y me dijo: ¡claro que sí!
Tomó el desayuno con nosotros y le organizamos una gran fiesta y se bailó
sevillanas, rumbas y tango, ella se animó y se pegó su vuelta pero muy contenta. Le pedí disculpa por la broma pero ella me dijo muy risueña ¡si yo quería que
me pasara algo así!
Le comenté que como ella había hecho
las “papas aliñá” esperaba que me ayudara para que fuera el plato del día. Así fue
cuando llego con las otras señoras de dar una vuelta por el Rocío, se sentaron pidieron
una copa y dice la Sra. y traiga una fuente de “papas aliñá” Empezó ella diciendo:
¡que ricas! Ya todos comieron: pues es verdad está muy rica, entonces la Sra.
dijo quiero que se enteren ustedes que estas “papas aliñá” la he hecho yo. Y a
partir de ese momento ese plato se puso de moda en nuestra casa.
Esta Señora tuvo un detalle
conmigo y mi esposa. Me dice: esta tarde tengo que ir a la Ermita porque en la
Hermandad Matriz me han invitado y me van a poner una medalla de su Hermandad y
quiero que sean ustedes quien me acompañen. Así fue y no quiso que la acompañara
ni la escolta. A mí también me pusieron otra medalla que yo guardo con mucho
cariño y que cada vez que mis hijos me llevan a ver a mi Virgen del Rocío (que
yo quisiera que lo hicieran más a menudo) yo llevo esa medalla y la de la
Hermandad de Triana.
Quisiera decirles que esto no se
puede olvidar. Ya solo me queda mandarle a Brasil un abrazo muy grande a mi
hermano Ramón, que era el verdadero dueño de esta casa del Rocío. Que tengo
muchas ganas de verte y que no te olvido en ningún momento.
¡VIVA LA VIRGEN DEL ROCÍO!
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