El Niño de la Pelota, la verdad que era un niño cuando yo lo
conocí con pantaloncillo corto en el Puerto de Santa María, donde yo trabajaba
de botones en un casino. Yo tendría 12 años, también era un niño.
A él lo había contratado un matrimonio del Puerto, recuerdo que el marido se
llamaba Don Jacinto, pues el Niño de la Pelota al pasar las cofradías por la puerta del
casino le canto a todas desde un balcón. Y cuando terminaron bajaron a una
terraza grande que había en el fondo del casino para cenar. Pero el casino se tenía
que cerrar y yo me ofrecía a cerrar cuando aquello se terminara. Don Jacinto le
dijo a su señora el detalle mío y me pregunto a mí ¿Por qué había tenido ese
detalle? Y yo le conteste: porque a mí me gusta mucho la saeta. Y El Niño de la Pelota que había
hablado poco en ese momento dijo: pues si es así siéntate con nosotros y la
primera saeta te la voy a dedicar a ti con permiso de D. Jacinto. Y allí estuve
sentado con ellos y escuche mucha saeta de este pequeño monstruo. Esto a pesar
de mi edad nunca se me olvido.
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