miércoles, 3 de junio de 2015

Ya no hago el Camino



Ya no hago el camino, no puedo acompañarte,  ni tampoco llegar hasta tu reja, no veo salir el Simpecado de mi Hermandad, de Triana, ni siquiera caminar por el Altozano, ni sentir el latido de mi corazón al pisar un viejo adoquín de Castilla, ni llorar de emoción hasta llegar a tu ermita, Rocío.

Ya no puedo esperarlo en Castilleja, ni hacer la paraita en Bollullos que así el camino se hacía más corto, tampoco disfrutaré con esa llegada a la Hacienda de Marlos y dentro, pararme en mi verea de los pimientos. ¡Qué de recuerdos bonitos me trae mi verea! Como recuerdo cuando la creamos un grupo de amigos míos, que la hicimos para que los romeros que pasaran por este camino, se pararan a tomar una copa de vino y se comieran un pimiento frito. ¡Cómo disfrutábamos todos los años! Con que poca cosa se hace feliz a un Romero que va a verte a tu ermita.

Todas estas vivencias quedan en el recuerdo ¡Claro que si! No me voy a acordar, si eso, a un rociero por muy malo que este, no se le puede olvidar. Pero me queda el consuelo, como otros años, que un hijo mío me tiene prometido que me va a llevar hasta tu reja, seguro que tu Rocío me echarás esa sonrisa de amor que me tienes acostumbrado, que mis lágrimas no caerán en el suelo para no mancharte tu ermita, solo quiero volver a verte,  que me digas con la mirada ¡vete tranquilo Pepe! volverás el año que viene como te lo dije otros años.

Y como todos los años Juanma gracias, pues quiero que sepas que esta es la mejor medicina que pueda tomar,   con  la alegría que vuelvo a mi casa después de visitar a mi Virgen del Rocío, que a ella la tengo siempre que tu me quieras llevar a verla, ya en nuestra casa tengo a su hermana la Virgen de la Salud de tú Hermandad de San Gonzalo, que es la que me cuida y que siempre me acuerdo del milagro que hizo ella con su pañuelito. Por supuesto también tengo a mi compañera Remedios, que me acompaña en el día a día y podemos disfrutar gracias a Dios de no perdernos nada de lo que emiten del Rocío.

Este año escuchando la misa no me puede aguantar y me puse el sombrero, mi vieja medalla de Triana y la de la Hermandad Matriz de Almonte y no faltó contestar a esos olés y plegarías  que escuché,  parecía que estaba cerca de ella.

¡Viva mi Virgen del Rocío!


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