Ya no hago el camino, no puedo
acompañarte, ni tampoco llegar hasta tu reja, no veo salir el Simpecado de mi Hermandad, de Triana, ni siquiera caminar
por el Altozano, ni sentir el latido de mi corazón al pisar un viejo adoquín de
Castilla, ni llorar de emoción hasta llegar a tu ermita, Rocío.
Ya no puedo esperarlo en Castilleja, ni hacer la paraita en Bollullos que así el camino se hacía más
corto, tampoco disfrutaré con esa llegada a la Hacienda de Marlos y dentro, pararme en mi verea de los pimientos. ¡Qué de recuerdos bonitos me trae mi verea! Como recuerdo cuando la creamos un grupo de amigos
míos, que la hicimos para que los romeros que pasaran por este camino, se
pararan a tomar una copa de vino y se comieran un pimiento frito. ¡Cómo disfrutábamos
todos los años! Con que poca cosa se hace feliz a un Romero que va a verte a tu ermita.
Todas estas vivencias quedan en
el recuerdo ¡Claro que si! No me voy a acordar, si eso, a un rociero por muy malo
que este, no se le puede olvidar. Pero me queda el consuelo, como otros años, que
un hijo mío me tiene prometido que me va a llevar hasta tu reja, seguro que tu Rocío me echarás esa sonrisa de amor
que me tienes acostumbrado, que mis lágrimas no caerán en el suelo para no
mancharte tu ermita, solo quiero volver a verte, que me digas con la mirada ¡vete tranquilo
Pepe! volverás el año que viene como te lo dije otros años.
Y como todos los años Juanma
gracias, pues quiero que sepas que esta es la mejor medicina que pueda tomar, con la alegría que vuelvo a mi casa después
de visitar a mi Virgen del Rocío, que a ella la tengo siempre que tu me quieras
llevar a verla, ya en nuestra casa tengo a su hermana la Virgen de la Salud de
tú Hermandad de San Gonzalo, que es la que me cuida y que siempre me acuerdo
del milagro que hizo ella con su pañuelito. Por supuesto también tengo a mi
compañera Remedios, que me acompaña en el día a día y podemos disfrutar gracias
a Dios de no perdernos nada de lo que emiten del Rocío.
Este año escuchando la misa no me
puede aguantar y me puse el sombrero, mi vieja medalla de Triana y la de la
Hermandad Matriz de Almonte y no faltó contestar a esos olés y plegarías que escuché, parecía
que estaba cerca de ella.
¡Viva mi Virgen del Rocío!
No hay comentarios:
Publicar un comentario