lunes, 11 de mayo de 2015

Cristóbal mi amigo gitano


Como recuerdo en mi juventud viviendo en el Puerto Camaronero, más tarde en la Cava, en el Corral de los Carabineros, me reunía con muy buenos amigos. Confieso que aprendí mucho de ellos en mi conocimiento del flamenco, pues en el Monte Pirolo, en la antigua calle Diana, allí me conocía a todos los vecinos.

Recuerdo con mucho cariño a La Perla de Triana, a su hijo Eugenio y a la Perlita que de joven trabajaba en el Guajiro, a mi amigo José El Jarrillo que cantaba "pa" llorar. Más tarde su hijo que también lo conocí de pequeño, también la Carmelilla y su tío José Tragapanes. Era una casa con un arte total. Pero yo tenía en esa calle mi amigo particular, que muchas veces íbamos al cine Rocío o a cualquier cine del barrio. Aunque muy joven ya nos tomábamos nuestras copitas también. Recuerdo que también acudíamos a bautizos que nos enterábamos quien cantaba y bailaba en ellos, nos reuníamos unos cuantos amigos y pasábamos un gran rato muy agradable.

Bueno pues ese buen amigo mío se llamaba Cristóbal, él no cantaba ni bailaba, solo por bajo le escuche cantar pero pocas veces, pero como buen gitano le gustaba escuchar, a mi me hablaba muchas cosas del flamenco, que yo desconocía,.

Cristóbal trabajaba por la mañana, salía con unas pocas ristras de ajos en el hombro y recorría toda Sevilla, hasta que regresaba con su dinerito para medio comer. Siempre lo escuchaba cuando podía hablar por que había días que llegaba ronco de pregonar los ajos y a veces no había vendido ni una cabeza.

Recuerdo que un día me contó que de madrugada se despertó, porque no podía dormir, le dijo a su madre ¡Mamá cántame una nana! pero su madre le contestó: pero que dices miarma, tu eres grande para una nana, Cristóbal le respondió: mamá si no es para dormir, es para el hambre, si tu me cantas sueño despierto y se me pasa un poco, aunque después me sienta más esmayao, pero cántame mamá, si no quieres cantarme una nana, como estamos en Semana Santa cántame una saeta haber si el Cachorro me ayuda a pasar este mal momento. Mi mare me cantó un saeta, que bendita la hora que se lo pedí, porque se me paso el hambre que tenia, me alimento con su voz y con sus caricias, como me la cantó,   tuve que decirle gracias mamá, hoy te quiero más que nunca, viva mi madre y sus saeta. Pepe te digo esto porque mi mare es una gitana de Triana,  que hoy me ha hecho el hombre más feliz del mundo.

En otro momento me contaba que había ido al colegio Reina Victoria, pero se tuvo que salir porque tuvo que vender ajos, le pregunte si esa colegio era mixto y recuerdo que me contestó con mucho ángel: si era mixto había gitanos y payos. Otras veces me hablaba del pescaíto frito de Victoria y me decía ¡no estaban buena las mijitas y los pedacitos! claro que era muy comilón.

Me acuerdo de todos estos bonitos recuerdos de él, porque Cristóbal era un buen amigo de mi infancia y siempre le tendré un cariño muy especial y quería recordarlo en mi humilde blog.

2 comentarios:

  1. Estremece este relato tuyo, por la crudeza y lha realidad en que se vivieron aquellos años, nadie sabe lo que es el hambre en la barriga de otro, sólo se siente cuando es propia. Muchas gracias, amigo Pepe, por este gran testimonio,

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  2. Gracias por tu comentario José Luis. La vida en aquellos tiempos era muy difícil y cruel en algunos momentos, tiempos pasados que de vez en cuando hace falta recordar.

    Por cierto decirte que tienes un blog muy bonito, soy un gran admirador de los que escribes.

    Un saludo de Pepe Huesca

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