Esta historia que comparto con
vosotros es verídica, ya ha llovido mucho porque yo tendría 14 o 15 años, recuerdo
que yo trabajaba en Hytasa. Fui testigo que a un trabajador de la fábrica lo querían despedir
siendo inocente. Por supuesto yo me ofrecí para ir de testigo a favor de este
amigo ¡porque era un obrero! Al poco tiempo me llamaron de la fábrica ¡a la
oficina! Y me dijeron: que si yo iba de testigo yo iba a la calle. Haciendo
caso omiso de sus advertencias fui de testigo y este amigo ganó, tuvieron que
pagarle y volvió a su trabajo, a mí me hicieron la vida imposible ¡pero me aguantaron
hasta que no pude más! Mi padre que era patrón de un barco en Huelva me llamó
embarque en su barco y ya no me acorde más de Hytasa.
Este amigo que yo ayude vivía en
el Puerto Camaronero, Aunque se llamaba Pepe Luis lo conocían por Curro. Este
hombre quería hacer una fiesta en agradecimiento, no se le ocurrió otra cosa
tan simpática que hacer la fiesta en el río. Se buscó un bote de remo, llevó
una garrafa de vino, un botijo de agua, un cajón de tomates, pimientos,
cebolla, una talega de pan y una ristra de chorizo.
En aquella fecha se pescaba de
puente a puente con la cuchara, allí en el puerto nos conocíamos todos, no
tardamos en tener un par de cubos de albures y barbos en el bote.
Empezamos a llegar los que íbamos
a esta fiesta ¡ya no, nos acordábamos de Hytasa para nada! En esta reunión de
amigos pensábamos solo en divertirnos. Recuerdo a alguno de los que íbamos:
Juan que cantaba, otro que también fue testigo y trabajaba en la fábrica y que
estaba aprendiendo a tocar la guitarra, luego fue un gran guitarrista y su
nombre artístico era “Paquito Ávila” que
tocaba la guitarra “pa rabiar” y luego trabajo conmigo en el Patio Andaluz y
fue siempre en las mejores compañías de flamencos.
Este hombre como empezaba, traía
su guitarra en una funda de cartón. También
recuerdo en el bote a José “El Tello” y un chavalillo que cantaba y bailaba
¡aunque le pedimos que cantara, pero que
no bailara, porque era mucho peso y el bote se movía mucho! Era muy temprano y
empezamos con unas copitas de aguardiente, tengo que decir que artista de
verdad de esta fiesta que cantaba que había que escucharlo era Curro.
Como si fuéramos en un yate, no
se quien dijo ¡suelta la amarra y que nos lleve el bote donde quiera! Salimos remando,
de cuando en cuando unos cantes y unas copitas y a remar de nuevo. Así cuando
ya era medio día nos encontramos a la izquierda del río un ramal, uno pregunto
¿por ahí a donde se va? Otro dijo: yo no sé pero podemos aparecer en el Cerro
del Águila, ¡pues tira “palante” que sea lo que Dios quiera! De vez en cuando parábamos....otro
poquito de cante, tomatito con sal, tapa de chorizo y una latita de vino. Nunca
encontrábamos el final de ese ramal del río, así que pensamos volver y cuando
llegamos por fin a la boca del río, la marea había bajado y nos quedamos con el
bote en seco. ¡A empujar el bote! Ya estaba oscureciendo y el último empujón
que le dimos ¡todo el mundo nos caímos al agua! Recuerdo a Paquito Ávila decir
hay mi guitarra, mi gafas, el vino, las cosas que llevábamos.
Pues se salvó la guitarra, la
funda se mojó toda, perdimos el vino, el botijo del agua pero se salvaron los
tomates, pimiento, y cebolla. El pan y el chorizo se mojaron pero estaban más
buenos que seco.
Ya de noche llegamos a la playa María
Trifulca ¡allí no había nadie! Pero había un chiringuito que estaba cerrado,
pero el dueño dormía allí. Lo despertamos y le compramos vino y algunas
cosillas. Nos dejó aceite y vinagre e hicimos gazpacho con el pan mojado de
agua del río. No hay que asustarse porque muchas horas no teníamos vino y bebíamos
agua del río que la colábamos con un pañuelo e hicimos un picadillo, hicimos
fuego y comimos pescado asado, luego seguíamos otra vez con la fiesta.
Le digo a ustedes que hay se
cantó de verdad. El dueño del chiringuito se enrollo con nosotros y nos hizo café,
nos dio una botella de aguardiente y ya por la mañana, con el sol afuera nos
quedamos dormidos. Uno en la orilla del río, otro en el bote y ya al medio día
empezamos de nuevo y acordamos quedarnos en María Trifulca. El dueño del
chiringuito se unió a nosotros y dijo hoy no abro, ¡nos vamos a comer un arroz .que
lo voy a ser yo! Se unió a nosotros como uno más y más fiesta y más cante, así
hasta la madrugada. Recuerdo que hicimos un tendedero para secar la ropa y la
funda de la guitarra la tuvimos al sol, para que se secara. Ya cansados nos
preguntamos ¿nos vamos para Triana? Pues Nos vamos pero que no falte la fiesta
por el camino ¡el que no reme que cante! Cuando íbamos a llegar al Puente de
San Telmo con alegría, uno se puso en la proa del bote de pie y se acordó de
Rodrigo de Triana, se puso a gritar: Tierra, tierra, Triana a la vista y entonces
se pos paso el cansancio. Paramos el bote en la zapata del puente, empezamos
otra vez la fiesta. Cantaba uno, el otro y el que no sabía cantar lo hacía
hasta bien en el puente. Muchas personas se paraban a escucharnos ¡No se podía
cantar mejor por solea de Triana y fandangos! Ese Paco Ávila tocando la
guitarra todavía mojado ¡que arte!
Me encantaría que si algunos de
estos amigos, que vivimos esta fiesta tan maravillosa, se ponga en contacto
conmigo, porque esto fue una reunión de amigos de los de aquella época, una
fiesta de la que nunca se olvida y que siempre me acuerdo de ello, aunque era
muy joven.
Viva Tú Triana y Rodrigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario